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Alzheimer
Aprende y Actúa®

Alzheimer Aprende y Actúa es un evento gratuito diseñado para orientar y sensibilizar a personas con Alzheimer, cuidadores, familiares y al público en general.

Su objetivo es ofrecer herramientas para comprender mejor la enfermedad y otras demencias, fomentar el diagnóstico temprano y promover una cultura de prevención y cuidado.

Cuidar tu memoria
empieza hoy

Prevenir, detectar y afrontar la demencia es posible cuando contamos con información clara y apoyo adecuado. Desde reducir riesgos antes de que aparezcan los síntomas, hasta reconocer las primeras señales y saber a quién acudir, cada paso cuenta para cuidar la salud de nuestro cerebro y nuestra calidad de vida.

Prevenir es posible

Aunque hoy no exista una cura para las demencias, hay mucho que sí podemos hacer para reducir el riesgo de desarrollarlas o retrasar su aparición. Los hábitos que elegimos cada día marcan la diferencia, y empezar ahora es la mejor inversión para la salud de nuestro cerebro.


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Cuando el olvido no es normal

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No todos los olvidos son parte natural del envejecimiento. Reconocer a tiempo cambios en la memoria, el lenguaje o el comportamiento puede ser la clave para recibir apoyo y tratamiento temprano. Saber qué observar es el primer paso para actuar.


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¿Quién detecta a tiempo?

Detectar una demencia requiere del trabajo conjunto de distintos profesionales de la salud. Médicos, neuropsicólogos, terapeutas y trabajadores sociales cumplen un papel esencial para dar un diagnóstico preciso y ofrecer las mejores opciones de apoyo.




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Perder el miedo a saber

El miedo a recibir un diagnóstico puede ser abrumador, pero enfrentarlo con la información correcta y el acompañamiento adecuado puede cambiar por completo la experiencia. Conocer los pasos, derechos y recursos disponibles ayuda a transitar este momento con más confianza.





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14 factores de riesgo
modificables = 45%

Hoy en día sabemos que hasta el 45% de los casos de demencia en el mundo podrían prevenirse o retrasarse si se modifican ciertos factores de riesgo a lo largo de la vida. En Alzheimer – Aprende y Actúa 2025, basamos nuestro programa en estos 14 factores de riesgo prevenibles, para promover una cultura de prevención y conciencia en todas las edades. Porque lo que haces hoy, también protege tu memoria mañana.

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La educación también es prevención.

Tener menos de 12 años de educación formal representa un 5% del riesgo atribuible a la demencia. La escolaridad temprana estimula el desarrollo de redes neuronales, lo que fortalece la “reserva cognitiva”, es decir, la capacidad del cerebro para adaptarse y resistir el daño. Aunque ya no estemos en la etapa escolar, nunca es tarde para cuidar el cerebro.

Aprender cosas nuevas, leer, participar en talleres o cursos, y mantenernos mentalmente activos puede contrarrestar los efectos de una baja escolaridad. El aprendizaje continuo también es prevención.




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Oír menos puede llevar a pensar menos.

La pérdida de audición en la mediana edad puede contribuir hasta en un 7% al riesgo de demencia, al reducir la comunicación y la interacción social. El esfuerzo adicional que el cerebro debe hacer para interpretar sonidos también puede desgastarlo con el tiempo.

Usar auxiliares auditivos cuando sea necesario, hacerse chequeos periódicos y mantener ambientes con buena acústica ayuda a proteger la memoria y las funciones cognitivas.


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El colesterol alto también daña la memoria.

Tener el colesterol LDL elevado afecta la circulación y la salud de los vasos sanguíneos del cerebro, lo que puede contribuir a la demencia. Este factor representa aproximadamente un 7% del riesgo total atribuible a la enfermedad.

Controlar los niveles mediante alimentación equilibrada, ejercicio regular y seguimiento médico protege tanto el corazón como el cerebro.


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La depresión no es normal y tiene un gran impacto en nuestro cerebro

Sentimientos persistentes de tristeza o depresión aumentan el riesgo de deterioro cognitivo y representan cerca del 3% del riesgo de demencia. La falta de estímulo emocional y cognitivo afecta la comunicación entre neuronas y puede acelerar la pérdida de memoria.

Buscar apoyo psicológico, realizar actividades que generen bienestar y mantener relaciones sociales activasa contribuye a preservar la función cerebral y mejorar la calidad de vida.

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Un golpe puede dejar huella en el cerebro.

Golpes fuertes en la cabeza, como los que se producen en accidentes o deportes de contacto, pueden aumentar hasta en un 3% el riesgo de desarrollar demencia. Estas lesiones dañan las conexiones neuronales y generan inflamación cerebral.

Prevenir accidentes, usar equipo de protección y atender oportunamente cualquier traumatismo craneal ayuda a mantener la salud cognitiva


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El sedentarismo daña el cerebro

No realizar suficiente actividad física se relaciona con un mayor riesgo de deterioro cognitivo, contribuyendo en un 2% a la aparición de demencia. La falta de movimiento disminuye la circulación cerebral y reduce la formación de nuevas neuronas.

Incorporar caminatas, ejercicios de fuerza o actividades cardiovasculares de manera regular fortalece tanto el cuerpo como la mente y favorece la memoria y otras funciones cognitivas.




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Controlar la glucosa, cuidar las neuronas

Los niveles elevados de glucosa en sangre pueden afectar los vasos sanguíneos del cerebro y la comunicación entre neuronas, incrementando hasta un 2% el riesgo de demencia.

Controlar la diabetes mediante alimentación balanceada, actividad física y supervisión médica protege la memoria y reduce la inflamación cerebral. La prevención metabólica impacta directamente en la salud de nuestro cerebro.

Un cigarillo menos puede hacer la diferencia


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Fumar incrementa el riesgo de deterioro cognitivo y representa aproximadamente un 2% del riesgo atribuible a la demencia. El tabaco daña los vasos sanguíneos, genera inflamación y disminuye la oxigenación cerebral.

Dejar de fumar y evitar la exposición al humo ambiental contribuye a proteger la memoria y otras funciones cognitivas. Respirar aire limpio también favorece la salud cerebral.

El daño silencioso de la hipertensión llega a la memoria

La presión arterial alta afecta los vasos sanguíneos del cerebro y puede dificultar la irrigación, contribuyendo en un 2% al riesgo de demencia.

Controlar la presión con hábitos de alimentación saludable, ejercicio y seguimiento médico ayuda a mantener la función cerebral y reduce la posibilidad de deterioro cognitivo con la edad.




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La inflamación cronica va más allá del peso corporal

La obesidad está relacionada con inflamación crónica, resistencia a la insulina y enfermedades cardiovasculares, todos factores que dañan la salud cerebral. Incrementando 1% el riesgo de padecer demencia, además es factor de riesgo para comorbilidades como diabetes, hipertensión y exceso de lipoporteínas de baja densidad (colesterol LDL). Mantener un peso saludable mediante alimentación balanceada y actividad física regular protege la función cognitiva, además de la salud general del organismo.

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Beber en exceso afecta más que el hígado

El consumo excesivo de alcohol daña las neuronas, altera la memoria y contribuye en un 1% al riesgo de demencia. El exceso de alcohol también genera inflamación y afecta la comunicación cerebral.

Beber con moderación o abstenerse protege la memoria y ayuda a mantener la función cognitiva estable a lo largo del tiempo.




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Conectar con otros es medicina para el cerebro

No mantener relaciones sociales activas puede aumentar hasta en un 5% el riesgo de desarrollar demencia. La falta de interacción reduce la estimulación cognitiva y puede generar depresión, afectando la memoria y otras funciones cerebrales.

Participar en grupos, actividades comunitarias o mantener contacto regular con amigos y familiares fortalece el cerebro y favorece la resiliencia cognitiva.

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El aire contaminado que respiramos afecta los pulmones y el cerebro

Estar expuesto a altos niveles de contaminación atmosférica contribuye hasta en un 3% al riesgo de demencia. Los contaminantes generan inflamación y afectan la circulación cerebral, lo que puede acelerar el deterioro cognitivo.

Evitar ambientes contaminados cuando sea posible, ventilar los espacios y utilizar purificadores de aire son acciones que ayudan a proteger la función cerebral.

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Detectar problemas de visión previene el deterioro

La disminución de la visión afecta la exploración del entorno y limita la estimulación cognitiva, aumentando cerca de un 2% el riesgo de demencia. La pérdida visual también puede generar aislamiento social y afectar la memoria.

Corregir problemas visuales con lentes adecuados, realizar chequeos oftalmológicos regulares y estimular otros sentidos contribuye a preservar la función cerebral y la autonomía.

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El 45% del riesgo está en nuestras manos

Aunque los factores de riesgo aparecen en distintas etapas de la vida —desde la infancia hasta la vejez—, lo más importante es saber que a cualquier edad podemos comenzar a reducirlos. La mayoría están profundamente ligados a nuestros hábitos diarios y estilo de vida: lo que comemos, cuánto nos movemos, cómo nos relacionamos, si dormimos bien o atendemos nuestra salud física y emocional.

Material descargable


Aliados que inspiraron y hacen posible esta iniciativa

Gracias a su confianza y generosidad, este evento llega a más familias, llevando información, esperanza y acción en la lucha contra el Alzheimer y otras demencias

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